martes, 28 de junio de 2011

el amor en tiempos de desamor...

Hoy siento que mi vida es como la fotografía del primer álbum de Sabina. Mi aspecto de dejadez se asemeja a El, un cenicero repleto, una botella de vino casi vacia, un vaso lleno, una guitarra , un colchon en el piso y una mujer que da la espalda y El (o yo) mirando al frente, siempre al frente. No significa que me compare con El, pero mi estado me llevo a eso.
Hay un dolor muy fuerte, acá, en el pecho, duele mas que un puñal, mata mas que cualquier arma, mas que cualquier enfermedad mortal, para mi la peor muerte. Hablo del amor, del amor mal dado, del amor mal recibido, hablo del despecho por amor.
No hay nada en este mundo, absolutamente nada mas poderoso que el amor, y el poder a algunos los asusta y a otros los excita, el poder también necesita del poder para  sostenerse o subsistir.
Amar despabila, te enciende, oxigena, da vida, crea vida, hace reir, reir a gritos, te hace omnipotente, guardian y protector, te eleva. Y también como todo lo que sube tiene que bajar, porque el amor tiene peso, tiene masa, ocupa espacio (a veces inmensamente infinito y otras quizás con el tiempo, un pequeño lugar, un rincón lejano), y ahí el amor lastima, sangra , llora, ahoga, ahí el amor no tiene dialogo, o habla idiomas inventados, incapaz de ser comprendido. Ahí el amor mata.
Prefiero morir de cirrosis que sufrir por amor (o desamor). Crei que ya nunca mas me sucedería, crei que no volveria a tropezar con la misma roca, pero la caída cada vez es mas fuerte. No hay consuelo que consuele las heridas del amor, ni pastillas que calmen, ni ojos que resistan tantas lagrimas.
Todo el que haya transitado este lugar puede entender de lo que hablo. Esto no hace distinciones de sexo, hombres y mujeres sufren por igual.
Hoy me siento como esa fotografía, solo una imagen, sin alma, sin vida. Mi aspecto descuidado, ceniceros repletos, una botella casi vacia, un vaso lleno, una guitarra, un colchon en el piso, y una mujer me da la espalda. Pero yo mirando al frente, siempre dando la cara, como puedo, como me sale, pero dando la cara.
No hay peor soledad que aquella que viene acompañada, cuando te sentís solo aun estando con alguien, cuando no te sentís mirado, escuchado, contenido ni acompañado.
En fin, de todos modos nunca dejo de creer en el amor. Hoy vuelvo a transitar estos caminos grises. Aunque haya sol, aunque los arboles exploten en sus verdes, todo lo veo gris. Pero siempre a la espera de que alguien me vuelva a deslumbrar y volver a abrirme y que me amen el tiempo que el tiempo diga, asi, como soy, un loco.  

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