Cuando era un niño, en el lugar donde naci, había un juego que se llamaba el cuarto oscuro. Donde alguien entraba a la habitación con las luces apagadas y buscaba a tientas a todos los demás que estaban escondidos por ahí. Era algo asi como volverte ciego y buscar a alguien que te guie un poco.
Hoy el planeta se apago para mi, y estoy en la misma posición de ese juego. Salgo a tientas, con los brazos hacia adelante intentando reconocer algo o alguien. Por momentos me guio por los ruidos, otras por las voces, pero hoy hay voces que no quiero escuchar, hay voces que no entran por los oídos, entran por el pecho, como un puñetazo, y no me quitan el aire, me quitan todo el agua del cuerpo, que se pierde por los ojos, como si fuese una canilla rota, imposible de cerrar. Todo me desorienta mas.
Desearía ser ciego de recuerdos, ser sordo de voces que hieren, desearía que el mundo no opine, desearía ser solo vos y yo en el planeta, y que no exista nada mas, ni las casas, ni sillas, ni camas, ni platos, ni autos, ni libros, ni cámaras fotográficas, ni bicicletas, ni mapas, ni nada, para que solo nos necesitemos nosotros, para que nada nos llame la atención mas que el otro, para que no nos distraigamos con nimiedades, para que nos podamos sentar en nuestras risas, o dormir sobre nuestro amor, caminar sobre nuestros alaridos, para poder vivir dentro de nuestras miradas sin pasar frio. Quisiera que hoy, cuando busco a tientas, tu vos sea una guía y no un proyectil. Oírte hoy me saca el aire.
La luz del planeta se apago, y con eso se apago mucho mas que la claridad. Se apagaron muchos sueños, muchos deseos.
Los chistes que antes me hacían reir hoy hacen llorar, y es una simple paradoja, pero una fuerte sensación de distancia con alguien que su momento me hizo ver en miles de cuartos oscuros.
Pero ahora que me acuerdo, cuando era un niño me gustaba ser el que buscaba a los demás en la oscuridad, porque esconderse era demasiado fácil, y lo que hacia era recorrer cada centímetro del cuarto y no dejaba ningún rincón sin buscar, y todos aparecían, y era yo el que prendía la luz contento viendo las caras de los demás. Entonces pienso que tengo la cualidad de ser vidente en un mundo lleno de ciegos de mierda, que no pueden parar un segundo y darse cuanta que para andar, hace falta mas que nuestros sentidos, hacen falta ganas, y eso me sobra.